En muchas ocasiones
nuestras gatas no están esterilizadas y pueden quedar embarazas si suelen
pasear por la calle. En otras ocasiones somos plenamente conscientes de que
nuestra gata está embarazada porque hemos sido testigos del apareamiento.
El embarazo tiene
aproximadamente una durada de nueve semanas. Cuando la hembra llega a las tres
últimas semanas pasa más tiempo echada a un lado para descansar de todo el peso
que debe soportar. Además dedica parte de su tiempo a buscar un lugar adecuado
para cuando llegue el momento, normalmente un lugar aislado y seguro. Esto se
debe a que por naturaleza las gatas en el momento final del parto tienden a
alejarse de los depredadores y los machos ajenos, que podrían matar a los
gatitos. Por este motivo, cuando percibimos que nuestra gata ha encontrado “su
lugar”, debemos conseguir que este tranquila en este y proporcionarle comido
cercana al lugar.
A partir de este momento
únicamente deberemos esperar al momento del parto.
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