Al educar a nuestros gatos es muy importante tener en cuenta
que en la mayoría de las ocasiones únicamente sirve el refuerzo positivo, es
decir, felicitarlo cuando actúa correctamente (como nosotros queremos). Aun
así, en algunas situaciones es necesario enseñarle a nuestro minino que hay
cosas que están prohibidas, de modo que no podemos dejarle transigir las
normas, y a veces será necesario el castigo. Cuando hablamos del castigo en los gatos es
imprescindible tener en cuenta que no debe usarse frecuentemente, ya que el
refuerzo positivo es mucho más efectivo. Únicamente si castigamos al gato en
situaciones escasas y concretas podremos conseguir algún efecto, ya que si los
castigos son frecuentes el gato reaccionará con desconfianza y agresividad ante
nosotros y, además, no aprenderá nada.
Primeramente, es imprescindible saber que pegar está
prohibido. Bajo ninguna circunstancia debemos pegar a nuestro gato para
educarlo porque este hecho tendrá únicamente consecuencias negativas. Pegar al
gato crea una gran desconfianza del gato hacia su dueño, de modo que este
muestra un gran desinterés por lo que el dueño intenta enseñarle y lo rechaza.
Por lo tanto, pegar a nuestro gato puede ser la causa de comportamientos
agresivos o de miedo del felino, así que debemos evitarlo.
Los mejores métodos de castigo son aquellos en los que
conseguimos asustar al gato, de modo que él deja de realizar la acción prohibida
pero no relaciona el castigo con el propio dueño. En estos casos es imprescindible que se asuste
el gato cuando aún está cometiendo el “delito” porque sino el castigo no
surgirá ningún efecto. Básicamente destacan dos métodos:
-
El ruido, ya que permite asustar muy fácilmente
al gato –no olvidemos que tienen un oído muy sensible. Podemos realizar el
ruido de cualquier forma: una palmada, un golpe en la mesa… y es recomendable
combinar el ruido con un intenso y sonoro ¡No!. Aun así, nunca debemos
pronunciar el nombre del gato en estos casos, pues nuestro tigre doméstico únicamente
debe asociar su nombre con cosas positivas. También suele ser muy efectivo como
señal de advertencia, si vemos que el gato está a punto de hacer algo incorrecto
o ya lo está haciendo, emitir un “shhhhhht”, porque este sonido es fácilmente
reconocible para los gatos al recordarles el bufido.
-
El agua, que debemos lanzarla desde la distancia
con un pulverizador o una pistola de agua. Este castigo tiene los mismos
efectos que el ruido y suele ser muy eficaz.
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