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Mi gato nunca se ríe o lamenta, siempre está razonando. (Miguel de Unamuno)

domingo, 26 de enero de 2014

El cambio, el gran enemigo de los gatos


Los gatos son amantes del orden y de la rutina. Así pues, el gato se siente a gusto y relajado cuando no se producen cambios en su entorno y vive en una perfecta rutina. Por este motivo, pequeños cambios en su día a día pueden suponer una causa de estrés para nuestro minino.
Fotos de gato
Imagen de
http://sobrefotos.com/2009/02/03/jugando-con-el-gato-de-la-abuela/
Debemos tener muy claro que cuando se producen grandes cambios en la vida de nuestro gato el proceso de adaptación será muy largo. Una mudanza puede suponer una causa de estrés y malestar para nuestro gato que únicamente paliará el tiempo. Aun así, la pero situación se produce cuando un gato cambia de dueños, sea por la causa que sea. No hay situación más triste y amenazadora para un gato que verse alejado de su “familia” y encontrase en un nuevo hogar rodeado de seres desconocidos. La adaptación en estos casos es un proceso largo, el gato necesitará mucho cariño, tranquilidad y tiempo para sentirse a gusto de nuevo. Además, si adopta un gato adulto que vivía en otro hogar, deberá tener en cuenta que su reacciones pueden ser muy diversas: puede mostrarse agresivo, permanecer escondido, no comer, escaparse del hogar…en estos casos será muy importante respetar la libertad del gato y, poco a poco, irnos acercando más a él.
La situación descrita anteriormente es un casa extremo, igualmente, según la personalidad de nuestro gato, otros pequeños cambios también puede afectarle seriamente a su salud mental. Por lo tanto, si realizamos pequeños cambios en nuestro hogar, como comprar un nuevo sofá o pintar las paredes, o se producen otras situaciones más complicadas, como la llegada de otro animal al hogar o el nacimiento de un bebé, deberemos estar muy atentos a las reacciones de nuestro tigre doméstico. La pérdida del apetito, abundantes vómitos o la pérdida de pelo son posibles indicadores de que el gato sufre estrés. En otros casos deberemos observar que el gato se siente amenazado e incómodo observando su lenguaje corporal o viendo que se muestra más escurridizo y atemorizado.
En los casos en los que detectemos que, por un cambio u otro, nuestro gato sufre estrés será de suma importancia nuestra actuación. Primeramente, debemos tener en cuenta que en estas situaciones el gato se siente amenazada e indefenso, ya que ve que su territorio está siendo ocupado o ha cambiado por completo. Por lo tanto, es muy frecuente que el gato haga sus necesidades fuera de lugar. Aun así, aunque el gato pueda tener una conducta irritante para nosotros, hay que saber comprenderlo. Una premisa primordial es que no debemos reñirle –jamás deberemos pegarle ni gritarle-, ya que esto supondría una pérdida de confianza aún más grande para nuestro gato, es decir, empeoraríamos la situación. Así pues, principalmente deberemos intentar ser más cariñosos con nuestro minino y suministrarle mucha más atención y caricias de las habituales. En casos extremos, también podemos recurrir a los tranquilizantes o a las feromonas tranquilizadoras, siempre bajo la supervisión del veterinario.
De este modo, con nuestra colaboración y caricias, podremos conseguir que, con el paso del tiempo, nuestro gato vuelva a sentirse relajado y tranquilo. Así, podrá disfrutar de nuevo de su amada rutina.

jueves, 23 de enero de 2014

¡No me muerdas!

Todos los que tenemos o hemos convivido con gatos sabemos lo molesto y doloroso que resulta que nuestro minino nos propine un zarpazo o nos muerda. Siempre acabamos perdonándolos, alegando que "lo hace para jugar". Aún así, ¿no sería mejor conseguir evitar estas situaciones?
En muchas ocasiones nuestro tigre de sofá nos muerde porque asocia nuestra mano con un juguete, por lo tanto, cuando estamos jugando con él su principal objetivo será nuestra mano. Así pues, el problema reside en la educación del gato. En muchas ocasiones cuando estamos jugando con nuestros gatitos no solemos prestar atención a este hecho, ya que no nos hacen daño, pero muchas veces utilizamos nuestros dedos como juguete. Por este motivo, cuando el gato crece sigue relacionando nuestra mano como si fuese la "presa" de los constantes ataques que realiza al jugar. Por lo tanto, la solución del problema -como en la mayoría de los casos- se encuentra en su origen. Es muy importante que al jugar con los gatos cuando son pequeños no utilicemos nuestras manos, sino que siempre hay que utilizar algún objeto complementario como un hilo, un bolígrafo u otros juguetes más complejos, para enseñarle que atacar nuestra mano no debe ser el objetivo del juego. Solucionar este problema cuando los gatos son mayores, es decir, cuando ya están acostumbrados a entender que nuestros dedos son un juguete más, es casi imposible.
Por otro lado, también es muy común que un gato muerda a su dueño cuando está cansado de que lo acaricien o lo cojan. En estos casos, me atrevería a decir que la culpa suele ser del dueño, no del gato. Cuando acariciamos a nuestro minino es importante observarle, pues en ocasiones nos muestran con sus gestos y posturas que están cansados de los mimos. Por lo tanto, si cuando nuestro gato empieza a mover las orejas hacia atrás, intenta marchar o mueve mucho la cola, nosotros seguimos reteniéndolo, es normal que, como solución final, muerda a su dueño para "librarse" de él. En este caso, la solución del problema reside en observar más a nuestro gato y respetar su libertad.